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Vive al día, el día

Hola, en la línea de la frase “aquí y ahora “ tan actualmente trillada, pero que tiene toda la relevancia en el proceso del despertar de la conciencia, hace poco más de un mes, escuché a Beyer, en la simpleza de su ser, decirle una grandesa a Lilia: “… Mija, hay que vivir al día; hoy nos ha tocado un día muy difícil; mañana no sabemos cómo será, por tanto hay que levantarse y seguir, para recibir el día como llegue“ … era la noche en que mataron a su hijo Germán.

El aquí y el ahora tiene todos los matices, cualquiera sea la calificación que le demos: Buenos, malos, prósperos, simples, grandes, perversos, en fín. Hay que vivir el día, al día. Y cuando se vive al día, el día, la concentración es total: Física, mental, emocional y espiritual. En ese al día se encuentra todo el proceso de aprendizaje con lo otro y con los otros que son nuestros espejos y que nos reflejan lo que necesitamos para vaciar el equipaje de los miedos, egos, incertidumbres, apegos, en fin, todo aquello que traemos, creamos, y creemos que es nuestro destino. Y cuando la maleta queda vacía de estos trajes, empezamos a darnos cuenta que lo que parece ser no es; que lo que creemos que no es, realmente es el mundo real; que el tiempo que consideramos que es y nos mide, nos apura y nos envejece, no es más que una creación y que el verdadero tiempo carece de cuentas pues carece de prisa, ni es una medida, ni es finito; y aprendemos que lo que construimos, creamos y consolidamos en el aquí y en el ahora, tiene proyecciones que sobrepasan nuestro tiempo mortal. Y que podemos desde aquí y ahora, cambiar, si se quiere co-crear, nuestra existencia que sí es infinita.

Y es infinita, pues la muerte es cambio de estado, cambio de vestido. Lo compruebo a cada nada. Germán, mi primo hermano, a quien amo y no me había percatado del lazo tan fuerte que nos une, solo quería que yo fuera y me sentara con su Mamá, Lilia, y le dijera que él está bien, y que ella tenía que ser fuerte, levantarse y seguir porque allí estaban sus nietos Kevin y Juanjo, que necesitaban de ella para aceptar, así no se entendiera, el hecho de que su Papá, Germán, desde esa noche ya no estaba.

Gratamente y como sana lógica de la relación que ambos tuvieron, veo que está con mi Papá, Octavio, quien desencarnó hace ya casi tres años.


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