AMISTAD

Cuando era un estudiante de medicina, viviendo en la hermosa ciudad de Bucaramanga, tuve un día cualquiera uno de los más hermosos privilegios que me ha concedido la vida: ¡el encuentro con Beto!.

Alberto, fue desde el momento en que nos presentaron un compañero y un confidente. Recuerdo que durante largas horas de la noche y bien entrada la madrugada, él escuchaba con la paciencia del santo Job, los sueños, los ideales, los sufrimientos y alegrías que en ese entonces ya martirizaban la cabeza de este aprendiz de la medicina y de la vida. Terminamos la carrera y cada uno siguió su propio camino. A veces no sabemos nada el uno del otro, durante 4 o 5 años, pero de repente suena el teléfono y es él, renovándome el profundo cariño que siente hacia mí. Lo contrario, también se da: en cualquier momento, me asalta el pensamiento de querer hablar con mi amigo del alma y lo llamo, sin importar el día o la hora, y siempre al otro lado de la línea escucho esa voz cómplice que renueva el profundo sentimiento de amistad que mutuamente nos embarga.

“Que es un amigo, una sola alma habitando en dos cuerpos”. Esta hermosa sentencia de Aristóteles retrata de cuerpo entero, lo que es un verdadero amigo: alguien incondicional, con el cual siempre se puede contar, independiente de las situaciones o circunstancias de la vida.

Con Beto siempre cuento de manera incondicional.

Un buen amigo, siempre estará presente en la geografía de nuestra alma.