No confundir caridad con apoyo solidario

Dicho por el uruguayo Eduardo Galeano “La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.

En otras palabras la caridad es un baldón, una cachetada a la razón del trabajo honrado. En esa posición se pone el que se acostumbró a pedir dinero (monedas), y va rebajándose en su dignidad cada vez que ejerce como pordiosero y limosnero, pero le gusta y se satisface en su miopía. Háblele de trabajo y propóngaselo para que con su propio esfuerzo se ‘gane’ lo que requiere para sobrevivir y será la mejor manera de calificarle su forma de ser.

El que da y se acostumbró a dar, alguna vez escuchó y se convenció que así se ganaría ‘la salvación’, ‘el cielo’. El que da apegado a esas ilusiones dogmáticas lo hace religiosamente. Pero, si usted ayuda a alguien porque sabe la necesi- dad de esa persona y que su ayuda sí la va a utilizar en solucionar su situación y así lo comprueba, usted lo que hizo fue un favor, que otorga más beneficios porque hacía falta su apoyo para lograr esa solución; eso es todo. Tener en cuenta que a quien se ayuda no lo tome por costumbre y ‘aprovechamiento’ y nos tome por mensos.

No piense en que si da es porque es superior al que recibe o que la existencia del ‘otro’ depende de la superioridad económica de usted que le da y no espere nada a cambio, simplemente apoyó y olvídelo. Pero, quien siempre da por aquello de la salvación o del cielo, está comprando eso; quiere comprar eso. Y si esa ‘salvación’ o ese ‘cielo’ existieran, no se pueden comprar, sino que cada uno lo construye como fruto de su trabajo honrado y productivo. Porque ‘solo el trabajo productivo regenera y da derecho al consumo’ dejó escrito Joaquín Trincado Mateo. Y qué satisfactorio es disfrutar lo que con nuestro propio esfuerzo honrado obtuvimos.

Ese ‘cielo’ se vive cuando su conciencia no lo acusa de irregularidades o injusti- cias y vive en el cielo de su propia vida en la paz de su conciencia.