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Lo que siente Claudia Ardila



Escribir lo que siento es más fácil con lapicero y hoja; la informalidad del computador disminuye mi creatividad en un 90 %. Escribir a mano y prácticamente entenderlo yo sola, sistematizarlo para que tantos se identifiquen.


Siento asco por nuestra democracia, llena de basura fétida, o de alguna apenas en proceso de descomposición; la democracia colombiana, la clientelista, la que solo funciona en los esquemas con mucha plata, tanta, que puede hacer olvidar la necesidad de ideas reales, aplicables y que responden a la realidad de la ciudad. Plata que sale de sus arcas, señor empresario, amigo empresario, que se pavonea como si no fuera su culpa.


Esto para ustedes, candidatos, aunque sé que no les importa, siento tristeza de decirle a la gente que salga a rotar, y saber que no hay por quien. Y es que independientemente de la falta de ideas y propuestas, de la falta de políticas…, es el exceso de politiquería lo que nos deja sin opciones: porque los que prometen el cambio buscan lograrlo haciendo lo mismo, y los que sin vergüenza prometen lo mismo saben que no necesitan convencer a los ‘votos de opinión’ porque sencillamente no son votos, son opinadores sentados en su casa, tomando el sol en su finca, un día de elecciones.


Hoy solo siento la necesidad de pellizcar a quien por cualquier casualidad lee esto, para que entienda que cuanta menos gente salga a las urnas el de octubre, menos plata necesitan los que compran votos para ganar.


Es lógica Simple: si solo salen 10 personas, apenas necesitan darle almuerzo a 6 y ganan.

Criticar No es la salida. No votar No es la salida. Y, por si acaso, vender el voto NO es la salida. Y sí, faltarán muchos años para que lo entendamos, para que usted entienda que a diferencia de lo que creen los politiqueros, que abundan y se gradúan en la universidad de la vida cada día, no los necesitamos tanto como ellos a nosotros; nosotros somos los de los votos, los del poder de decidir desde, de elegir desde nuestros ediles, pasando por los concejales (¡cómo necesitamos ser conscientes de la importancia de estos personajes!), llegan o hasta alcaldes y gobernadores, que no lo son sin nosotros.


Probablemente ganarán los mismos, aunque en mi corazón y en mi cabeza gano yo: mi corazón, limpio y lleno de amor para los auténticos; y mi cabeza, inteligente (con un desarrollado olfato para los mentirosos y tramposos), que aunque no encontró por quien, votó creyendo que todo puede ser, mejor. ¿Y usted qué va a hacer?

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